En el corazón de Versalles, en medio de la majestuosidad del Palacio del Rey Sol, se escondía un jardín encantado: el Potager du Roi. Durante siglos, esta reserva extraordinaria había sido testigo de la evolución de la humanidad y guardaba secretos olvidados que solo esperaban ser descubiertos por un alma inquieta y apasionada.

Así fue como surgió Mademoiselle Saint Germain, la primera línea de cosméticos de plantas reales, extraída de las joyas botánicas olvidadas del Potager du Roi. Con una dedicación incansable, investigadores y botánicos se sumergieron en los recovecos de este jardín mágico, en busca de ingredientes activos con extraordinarias virtudes para la belleza.

El pepino blanco de Bonneuil, los brotes de geranio de Bourbon y el tomillo emergieron del pasado, revelando sus maravillas para nutrir la piel y embellecer el rostro. Mademoiselle Saint Germain, en colaboración con el Potager du Roi, se convirtió en la portadora de estos secretos antiguos, reintroduciendo plantas olvidadas con una alta concentración de ingredientes activos en sus fórmulas de cuidado.

Cada producto de Mademoiselle Saint Germain era el fruto de siglos de sabiduría botánica, inspirado en antiguas recetas de belleza que habían sido ampliamente probadas y comprobadas. La magia de la historia se manifestaba en cada envase, mientras las virtudes protegidas de estas plantas francesas se convertían en productos de cuidado de una calidad excepcional.

Pero Mademoiselle Saint Germain no solo honraba el pasado, sino que miraba hacia el futuro. Su nombre era un homenaje al enigmático Conde de Saint Germain, el alquimista del siglo XVIII que, según la leyenda, había descubierto el elixir de la inmortalidad. La marca era una ingeniosa mezcla de frescura juvenil y la alquimia de la belleza eterna, una invitación a descubrir los secretos que la naturaleza tenía para ofrecer.

El Potager du Roi, con su esplendor barroco y diversidad de frutas y verduras, había alimentado la mesa de Luis XIV y, ahora, nutría la piel y el espíritu a través de Mademoiselle Saint Germain. Las técnicas agroecológicas respetuosas con la naturaleza, que se desarrollaban en este lugar histórico, eran un reflejo de la misión encomendada a Jean-Baptiste de La Quintinie: alimentar e innovar.

Nutrir el cuerpo, nutrir la piel, innovar al servicio del hombre, todo ello respetando la naturaleza, era el leitmotiv de este jardín excepcional. Mademoiselle Saint Germain era el puente entre el pasado y el presente, entre la naturaleza y la belleza, llevando consigo la esencia de la alquimia y el encanto de la historia.

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